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martes, 27 de noviembre de 2012

Una más para el montón

¿Sabes qué? Ya no lloro porque me hayas engañado. Ya no hace falta que te diga que me hiciste daño y tuve que darme cuenta hace mucho de lo que había de verdad. No sabía que fuese tan fácil reirse de mí viniendo de alguien que creía de confianza, alguien que pensé que tenía algo de especial.

Obviamente las decepciones no vienen de las personas desconocidas, vienen de las que crees conocer.

Pero como todo tiene partes buenas, me alegro de que me hayas hecho ver la verdad, me alegro de aprender a no depender de nadie y hacerme ver que la confianza no se debe coger con tanta rapidez


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