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viernes, 6 de enero de 2012

Soneto 116 de Shakespeare

Ante la unión de espíritus leales, no dejéis,
que ponga impedimentos. No es el amor,
que enseguida se altera, cuando descubre cambios
o tiende a separarse de aquel que se separa.


El amor es igual que un faro inamovible,
que ve las tempestades y no es zarandeado.
Es la estrella que guía la nave a la deriva,
de un valor ignorado, aún sabiendo su altura.


No es juguete del Tiempo, aun si rosados labios
o mejillas alcanza, la guadaña del Tiempo.
Ni se altera con horas o semanas fugaces,
si no que aguanta y dura hasta el último abismo.


Si es error lo que digo y en mí puede probarse,
decid, que nunca he escrito, ni amó jamás el hombre.

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