Un día desperté de uno de estos sueños que parecen reales,
que los sientes, y que inmerso en ellos eres consciente de que son sueños pero aun
así sientes ese dolor profundo. Inevitablemente di un salto de la cama
repitiéndome una y otra vez que eso no era verdad, que eran cosas que no podían
suceder, ¿cómo es posible?, ¿eso?, ¿aquí?, ¿en este mundo?, si aquí nunca
podría pasar esto…
Era horrible, se me venían en mente una y otra vez las
terribles imágenes que mi cerebro fue creando, sin parar, una y otra vez, a las
imágenes empezaron a ser acompañadas por un fondo musical, terrorífico, una y
otra vez. Y ahí estaba yo, intentando aplacar todos esos llantos, gritos,
sustos, pálpitos de 1000 por hora, todas esas familias rotas, esos niños
escondidos con una maraña desmedida de pensamientos, de arsenales de armas
cargadas y preparadas para cumplir su función.
Es un sueño, no sé por qué acompaño mis lágrimas con su
dolor, es solo un sueño, esto nunca podría suceder aquí, ¿cómo va a suceder? .
La piel de gallina sólo por un sueño, a quien se lo cuente seguro que me toma
por loca, ¿cómo he podido empatizar tanto con este infierno?, si son cosas que
nunca podrían ocurrir aquí. Nadie se podría creer un mundo donde todos los días
hay ciudadanos que despiertan con una montaña de los cuerpos sin vida de
vecinos, amigos e incluso familiares en su puerta. Nadie sería capaz de
aguantar meses con guerrilleros patrullando su zona en busca de una recompensa
inmerecida, vivir de agua de ríos sin potabilizar, teniendo que buscar excusas
para decir a sus hijos que hoy no comerán, pasar un día tras otro sin saber si
su marido volverá o no porque hace meses se fue a acabar con ‘’los hombres
malos’’ como le dijo a su hijo. ¿Qué clase de planeta aguantaría eso?
Son solo imaginaciones que la mente necesita a veces meter,
cosas irreales para poner un poco de actividad a tu corazón en stand by
mientras duermes. Ha usado justo este sueño porque sabe que no hay otra cosa
peor que ver cómo todo tu mundo se desmorona, como todo en lo que creías ya no
existe, como todo lo que aprendiste y te juraron verdad es solo una excusa más
de tantas, promesas de libertad, libertad que acaba por convertirse en las
cadenas que te atan a esa pocilga que llaman sala de torturas. No hay sangre lo
suficientemente fría como para ver morir a personas y no hacer nada, ver cómo
acaban con las vidas de decenas, centenas o miles de seres que ni siquiera
sabían que eran los culpables de algo.
He subestimado mi cerebro no sabía que fuera capaz de hacer
esto, hacerme temblar por situaciones falseadas, mañana cuando cuente a mis
amigos todas las escenas que me ha planteado mi subconsciente… gente
autoadjudicándose el poder de justicia sobre cuerpos inertes que ya no tienen
nada que decir, exhalando un último suspiro de alivio y contentos porque
prefieren morir a seguir viviendo en un lugar así. Un mundo donde todos son los
malos de la película, los únicos que ganan son los que mueren, dónde los
asesinos te miran a los ojos y los que te defienden giran la cara. Un tipo de
mundo al que nadie le gustaría estar pero todos están, todos están creyendo que
no pasa nada, que estas son las cosas que pasan en el cine pero no en el día a
día. Una parte de la sociedad sufriendo en primera persona y otra sociedad
sufriendo a través de una pantalla, bueno sí, sufriendo. Menos mal que es sólo
mi imaginación.
Este sueño está jugando con mi alma, mejor seguiré
durmiendo.
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